que goces de Su favor. Has de estar un tanto sorprendido al leer un texto como este: “Aquel que justifica al impío”. No me extraña que te sorprendas, pues, a pesar de toda mi familiaridad con la grandiosa gracia de Dios, nunca dejo de asombrarme de ese texto. Suena muy sorprendente, ¿no es cierto?, que pueda ser posible que un Dios santo justifique al hombre impío. Nosotros, de acuerdo a la legalidad natural de nuestros corazones, estamos hablando siempre de nuestra propia bondad y de nuestros propios
Page 8